Que es el deseo, dime,
penetra en mi cuerpo,
como ansían mis poros
fundirse con los tuyos.
Bebe de mi sangre,
agita mi corazón
como a un cascabel
sosten entre tus manos
la fibra de mis pulmones jadeantes,
enseña el camino prohibido
a mis manos.
Responde, cuerpo suave,
tibieza, delirio táctil,
pedazo de senos difusos,
caderas excitantes,
si respiro como tu respiras,
si me tocaras como yo te toco
como no vas a desearme.
Si acaso mis manos revelan
tu plenitud al recorrerte,
mis labios al reconocer cada uno
de tus benditos poros,
dime, ¡!por la cresta¡¡
y sin mentirme, ni mentirte,
si acaso fueras yo
no desearías tocarte,
abrirme tu cuerpo,
perder el control
hasta incluso darte miedo,
¡no¡, ¡no¡
para ti nadie reserva
esa dicha tan mía,
de saber
que nos dejaremos caer,
quebrarnos uno al otro,
derramar el agua
que contiene nuestra botella.
Déjame, ya basta,
¿si?, mejor guardate pa’ otro,
cuando ya sólo rías al recordar
tus miedos de esas noches,
y tal vez hasta rías al recordarme.
Cuando sólo queden sombras,
Destellos de lo que fuimos
para ti,
mi deseo y yo,
por ti,
cuando desees tú,
y me preguntes
a mí,
al sordo, el descontrolado
el de aquellas noches,
qué es el deseo,
y cuando seas flor, mariposa,
poema, verso y caricia,
en fin,
cuando valores esto,
cuando descubras
que hubo amantes... y yo
el loco, el sexo maníaco,
entonces, y sola ahí,
podrás desear, como yo te deseo,
amar, como te amo,
sin límites, sin peros,
a corazón y cuerpo,
desnudos,
con el alma una mano,
y el deseo de fusión
en la otra.
Pero hasta entonces,
Serás sólo una aprendiz
... pequeña, princesa mía.
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