No escribo para hacerte reír
con mi simulacro de poesía,
escribo para que palpes tus labios
mientras lees,
y recuerdes el sabor
a veces dulce a veces amargo
del dolor.
No te engañes hermano,
no es la alegría
lo que mueve al ser.
El hombre satisfecho
no mata,
sí el hambriento,
el fondo de nuestro dolor
es la alegría,
sí,
es la dicha de saberse vivos,
vivos y sufrientes.
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