lunes, 11 de diciembre de 2006

Sincérate

No escribo para hacerte reír

con mi simulacro de poesía,

escribo para que palpes tus labios

mientras lees,

y recuerdes el sabor

a veces dulce a veces amargo

del dolor.

No te engañes hermano,

no es la alegría

lo que mueve al ser.

El hombre satisfecho

no mata,

sí el hambriento,

el fondo de nuestro dolor

es la alegría,

sí,

es la dicha de saberse vivos,

vivos y sufrientes.

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