lunes, 11 de diciembre de 2006

Con dedicatoria

Déjame dedicarte este poema

no vayas a creer que mis alas de poeta por asalto,

perdieron sus plumas de pena

y cayeron pesadas desde lo alto

aplastando mi fúsil de plata,

dejando seco este cartucho

que delata quebrantos,

de voces calladas por amores

que no se elevaron.

Un disparo mudo,

como un trazo de plata y pinceles

que dibujan una pluma al viento enamorado,

sino de un plumaje nuevo y brillante

liviano como esos barcos de papeles,

que llevan lejos,

aquellos poetas olvidados.

Es acaso la humedad quien tiñe

los aletazos sordos del poeta asaltado

por una natural muda de plumas,

que definen,

el nuevo fusil cargado,

listo para volar por mares silentes,

rompiendo con un mensaje,

el poeta vuelve, tal vez enamorado,

con su plumaje en harapos,

pero sonriente.

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